Una muerte muy sentida para el Arte Universal. No me confieso fiel seguidora de Benedetti, aunque como a la mayoría, por azares o por propósito, alguno de sus escritos nos llegó a la vida. A mí, el más importante, fue el único poema que me han dedicado jamás.
CUERPO DOCENTE
Bien sabía él que la iba a echar de menos,
pero no hasta qué punto iba a sentirse deshabitado.
No ya como un veterano de la nostalgia
sino como un aprendiz de la soledad.
Es claro que la civilizada preventiva cordura
todo lo entiende y sabe que un holocausto
puede ser ardua pero real prueba de amor
si no hay permiso para lo imposible.
En cambio al cuerpo
como no es razonable sino delirante,
al pobrecito cuerpo
que no es circunspecto sino imprudente,
no le van ni le vienen esos vaivenes,
no le importa lo meritorio de su tristeza
sino sencillamente su tristeza.
Al despoblado desértico desvalido cuerpo
le importa el cuerpo ausente o sea le importa
el despoblado desértico desvalido cuerpo ausente.
Y si bien el recuerdo enumera con fidelidad
los datos más recientes o más nobles,
no por eso los suple o los reemplaza,
más bien le nutre el desconsuelo.
Bien sabía él que la iba a echar de menos,
lo que no sabía era hasta qué punto
su propio cuerpo iba a renegar de la cordura.
Y sin embargo, cuando fue capaz
de entender esa dulce blasfemia
supo también que su cuerpo era
su único y genuino portavoz.
Mario Benedetti
Bien sabía él que la iba a echar de menos,
pero no hasta qué punto iba a sentirse deshabitado.
No ya como un veterano de la nostalgia
sino como un aprendiz de la soledad.
Es claro que la civilizada preventiva cordura
todo lo entiende y sabe que un holocausto
puede ser ardua pero real prueba de amor
si no hay permiso para lo imposible.
En cambio al cuerpo
como no es razonable sino delirante,
al pobrecito cuerpo
que no es circunspecto sino imprudente,
no le van ni le vienen esos vaivenes,
no le importa lo meritorio de su tristeza
sino sencillamente su tristeza.
Al despoblado desértico desvalido cuerpo
le importa el cuerpo ausente o sea le importa
el despoblado desértico desvalido cuerpo ausente.
Y si bien el recuerdo enumera con fidelidad
los datos más recientes o más nobles,
no por eso los suple o los reemplaza,
más bien le nutre el desconsuelo.
Bien sabía él que la iba a echar de menos,
lo que no sabía era hasta qué punto
su propio cuerpo iba a renegar de la cordura.
Y sin embargo, cuando fue capaz
de entender esa dulce blasfemia
supo también que su cuerpo era
su único y genuino portavoz.
Mario Benedetti
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